Escribe: Raúl Lizarzaburu
Luego de su más que auspicioso debut en 1977 con el excelente filme de época Los duelistas, el británico Ridley Scott dejó su país y se fue a Hollywood, donde desarrollaría el resto de su carrera, pero sus dos trabajos siguientes deben ser de los últimos grandes ejercicios de ciencia ficción hasta hoy: Alien y Blade Runner. Luego su filmografía sería irregular, con algunos títulos tremendamente fallidos como Hasta el límite (su propio Nacido para matar, con Demi Moore de comando), mientras Alien se convertiría en una franquicia con tres episodios más, ninguno de Scott (aunque todos con Sigourney Weaver como su protagonista la teniente Ripley), y si bien no llegaban al nivel del primero, el que más se le aproximaba era Aliens: El retorno, de James Cameron. Alien 3, aunque inferior, no era malo, de un debutante David Fincher, pero poco se puede decir del cuarto filme, Alien Resurrection del francés Jean-Pierre Jeunet, conocido aquí por la inflada Delicatessen. Habría uno más, el flojísimo Alien vs. Depredador de Paul W.S. Anderson.
Más de tres décadas después del original, Scott decide hacer una precuela. Contar la historia desde el principio. El guión de Jon Spaihts y Damon Lindelof se ubica a finales de este siglo, y Prometeo es el nombre de la nave en la que un equipo especial encabezado por la doctora Vickers (Charlize Theron) parte a un mundo lejano llamado LV-223 para confirmar los indicios de vida extraterrestre entre las civilizaciones antiguas en nuestro planeta, de acuerdo a lo investigado por una expedición científica anterior en Gales. Pero ni bien aterrizan la ven negras debido a los poco amistosos habitantes del lugar, tengan apariencia humana o no, mientras crecen las tensiones entre los tripulantes de la nave, que nos recuerdan a las del primer Alien, con el que más parentesco tiene de los cuatro anteriores; incluso la heroína, la doctora Shaw (la sueca Noomi Rapace), nos remite inevitablemente a la teniente Ripley. Aunque el filme que comentamos picotea de varios del género, desde 2001 Odisea del espacio hasta el horror primigenio de Carpenter y Cronenberg. Tampoco es gratuita la escena de Lawrence de Arabia en pantalla.
Tenemos así, en dos horas de metraje, una segunda parte de un ritmo más vertiginoso que la primera, tanto en el clima de suspenso como en la dosis de violencia (aunque eso implique dejar de lado la premisa científica inicial); una de las mejores escenas es aquella de la mujer que expulsa un organismo extraño de su cuerpo. Los efectos visuales son excelentes aun sin el uso del 3-D, que nos parece accesorio en este caso, mientras la fotografía de Dariusz Wolski convierte parajes de Islandia y Escocia en paisajes alienígenas. La Rapace se roba la película con su enérgica actuación, en un reparto que incluye a un Guy Pearce envejecido y a Michael Fassbender, que últimamente está en todos lados, haciendo de androide. Este nuevo Alien, quinto en la práctica, se puede ver. Por lo menos supera a los dos anteriores. Y, al menos en parte, se acerca al nivel de este cineasta calificado alguna vez como “ilustrador de mundos”.